11.1.14

Fandango. El ritual del mundo jarocho a través de los siglos y sobre orquestas típicas urbanas del S. XIX

.. En el transcurso del siglo XIX antes y después de la Independencia, lo que definitivamente marcó el panorama musical mexicano fue la llegada de una poderosa "promoción europea", expresada en los salones de baile y en los teatros. Esta música se difundirá por todo el país, influyendo en los compositores y los intérpretes, y a su turno llegará a las clases populares para ser regionalmente adaptada. En el terreno más amplio de la interpretación instrumental estos procesos se acompañaron desde un principio de una "emancipación de la música", en el sentido de que ésta escapó de sus originales contextos rituales y oficiales, para adaptarse a los nuevos mercados de consumidores. Por un lado se operó un inmenso proceso de popularización que tuvo por escenario los salones de baile, y, por el otro, se dio una separación del ejecutamte con relación al público, emergiendo los conciertos, en dónde éste escuchaba en silencio.

Fuente:
Fandango. El ritual del mundo jarocho a través de los siglos
Antonio García de León. P.15.

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.. En la efervescencia de la época, los antiguos corrales de comedias, que se remontan a los inicios de la vida colonial, se transformaron el coliseos y teatros, a los que llegaron las compañías gatadinas, que habían establecido el circuito de cantinas, actores y cómicos bufos cuyos itinerarios seguían la ruta Cádiz-La Habana-Nueva Orleans-Veracruz-Puebla-México, trayendo las últimas novedades de Europa y el Caribe: las danzas y chungas andaluzas, los minuetes, las contradanzas caribeñas, los puntos y habaneras, el teatro bufo, etc. Sus influencias se mezclaron aquí con los sones de la tierra, y alimentaron la vieja tradición de la tonadilla escénica, que hasta ahora está encallada en muchos de los estribillos y motivos del son, desde Nuevo México hasta Yucatán. Y es que para esa época, Cádiz se había convertido en el eje der comercio español hacia América española, convirtiendo al teatro en un agente mediador entre la cultura popular americana y la tradición "culta" europea. Así la tonadilla siguió alimentando las diversiones sociales, que se convirtieron después en las "tradicionales",dejando una profunda huella de folclor. Esta presencia, con relación a la música marcó también las preferencias instrumentales, pues las orquestas que acompañabana a esas tonadillas escénicas estaban compuestas casi siempre de cinco violines, dos trompas, dos oboes, un fagot y un contrabajo, y si lo vemos en perspectiva, de alguna manera prefiguraron orquestaciones que posaron al campo y a la providencia, a las tradiciones posteriores del mariachi y a algunas bases instrumentales de las orquestas "típicas urbanas" del XIX.

Fandango. El ritual del mundo jarocho a través de los siglos. Antonio García de León. P. 16.


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