6.6.13

Antecedentes de la fundación de Tenochtitlan. El mito de Huitzilopochtli

Este pasaje que puede ser histórico o mito, no se sabe realmente, es fundamental para comprender la fundación de México, Tenochtitlan. 


Coatepec, imagen de Aztlan y de Tenochtitlan

Las fuentes históricas, como la de Cristóbal del Castillo, que pone atención a los momentos más tempranos del grupo, relatan que después de la salida de Aztlan los mexicas avanzan guiados y gobernados por un valiente guerrero de nombre Huitzilopochtli, “Colibrí Zurdo”, que servía al gran Tlacatecótl Tetzauhtéotl, deidad que promete sacarlos de Aztlan para llevarlos a un nuevo lugar que por su descripción en mucho recuerda a Tenochtitlan, pero también a Coatepec, sitio este último en donde se establecen por un tiempo. Dice así el relato de Del Castillo, acerca de la tierra prometida: “[…] ya fui a observar dónde está el lugar bueno y recto, el único lugar que es como éste, donde también hay un lago muy grande, donde todo crece, todo lo que habréis de necesitar […]”.

Es por eso que nos interesa resaltar la llegada a Coatepec, “Cerro de la Serpiente”, que se ubica “cercano a Tula” según el mito que relata lo que allí va a ocurrir. Aquí podemos seguir los pasos que, en este caso en particular, se van a dar para que surja uno de los principales mitos mexicas: el del nacimiento y lucha de su Dios Huitzilopochtli, que de ser gobernante y guía de los mexicas se va a convertir en dios después de su muerte. Esto resulta importante
Ya que Coatepec se describe como un lugar donde se asientan los mexicas y los siete barrios que los conformaban y hacen represas para contener el agua y crecen las espadañas, tules, sabinos y otras plantas. El lago así formado se llena de peces y las aves lacustres, como patos, ánsares y gallaretas, se concentran en el lugar. Allí establecen su asiento hacia los cuatro rumbos cardinales. Dice Duran acerca de esto:

Asentados ya y puestos en orden en sus tiendas alrededor del tabernáculo, por el orden que su dios y sacerdote les mandaba, unos a Oriente y otros a Poniente, al Mediodía y al Norte, mandó en sueños a los sacerdotes que atajasen el agua de un río, que junto allí pasaba, para que aquel agua se derramase por aquel llano y tomase en medio aquel cerro donde estaban, porque les quería mostrar la semejan[za] de la tierra y sitio que les había prometido.

Todo esto nos está indicando que Coatepec guarda parecido con Aztlan, por un lado, y con Tenochtitlan, por el otro. Ambos extremos, el punto de partida y el lugar de llegada, se ubican en una isla o cerro en un medio acuático; una fauna y una flora similares; orientación hacia los rumbos universales; es decir, que es un prototipo del lugar de origen y del de llegada. Pese a esto, su dios Huitzilopochtli no está de acuerdo con que permanezcan allí y arremete en contra de los del barrio de Huitznahua, encabezados por una mujer de nombre Coyolxauhqui, quienes pensaban que ya habían llegado al lugar prometido por el dios y que en él deberían permanecer. Este acontecimiento ha sido interpretado como una lucha interna entre barrios para tener el control del grupo mayor.2 Este suceso, del que salen vencedores los grupos fieles a Huitzilopochtli, se va a transformar de lucha entre hombres a lucha entre dioses. El hecho real se mitifica y entonces surge el mito. En él vemos cómo la diosa de la tierra, Coatlicue, habita en el cerro de Coatepec. Un día en que está barriendo y haciendo penitencia una pluma es tomada por la diosa, quien la guarda en su seno. De inmediato queda embarazada. Al saber lo anterior, sus hijos —Coyolxauhqui y los cuatrocientos huitznahuas— se incomodan y acuerdan ir a Coatepec y matar a la madre por lo que ellos consideran una afrenta. Se atavían para la guerra y marchan con Coyolxauhqui al frente de los escuadrones. Coatlicue está angustiada, pero el hijo que lleva en el vientre, que no es otro que Huitzilopochtli, dios solar y de la guerra, le advierte que no debe preocuparse, que él se hará cargo de la situación. Pide a Cuahuitlícac que le avise por dónde vienen sus belicosos hermanos para nacer y combatirlos. Veamos cómo continúa el relato, una vez mitificado, en la versión de Sahagún en traducción de Miguel León-Portilla:

En ese momento nació Huitzilopochtli,
se vistió sus atavíos,
su escudo de plumas de águila,
sus dardos, su lanzadardos azul,
el llamado lanzadardos de turquesa.
Se pintó su rostro
con franjas diagonales,
con el color llamado "pintura de niño".
Sobre su cabeza colocó plumas finas,
se puso sus orejeras.

Y uno de sus pies, el izquierdo, era enjuto,
llevaba una sandalia cubierta de plumas,
y sus dos piernas y sus dos brazos
los llevaba pintados de azul.

Y el llamado Tochancalqui
puso fuego a la serpiente hecha de teas llamada Xiuhcóatl,
que obedecía a Huitzilopochtli.
Luego con ella hirió a Coyolxauhqui,
le cortó la cabeza,
la cual vino a quedar abandonada
en la ladera de Coatépetl,
montaña de la serpiente.
El cuerpo de Coyolxauhqui
fue rodando hacia abajo,
cayó hecho pedazos,
por diversas partes cayeron sus manos,
sus piernas, su cuerpo.

Entonces Huitzilopochtli se irguió,
persiguió a los 400 surianos,
los fue acosando, los hizo dispersarse
desde la cumbre del Coatépetl, la montaña de la culebra.
Y cuando los había seguido
hasta el pie de la montaña,
los persiguió, los acosó cual conejos,
en torno de la montaña.
Cuatro veces los hizo dar vueltas.
En vano trataban de hacer algo en contra de él,
en vano se revolvían contra él
al son de los cascabeles
y hacían golpear sus escudos.
Nada pudieron hacer,
nada pudieron lograr,
con nada pudieron defenderse.

Huitzilopochtli los acosó, los ahuyentó,
los destrozó, los aniquiló, los anonadó.
Y ni entonces los dejó,
continuaba persiguiéndolos.
Pero ellos mucho le rogaban, le decían:
"¡Basta ya!"
Pero Huitzilopochtli no se contentó con esto,
con fuerza se ensañaba contra ellos.
Los perseguía.
Sólo unos cuantos pudieron escapar de su presencia,
pudieron librarse de sus manos.
Se dirigieron hacia el sur,
porque se dirigieron hacia el sur
se llaman 400 surianos,
los pocos que escaparon
de las manos de Huitzilopochtli.
Y cuando Huitzilopochtli les hubo dado muerte,
cuando hubo dado salida a su ira,
les quitó sus atavíos, sus adornos, su anecúyotl,
se los puso, se los apropió
los incorporó a su destino,
hizo de ellas sus propias insignias.
Y este Huitzilopochtli, según se decía,
era un portento,
porque con sólo una pluma fina,
que cayó en el vientre de su madre Coatlicue,
fue concebido.
Nadie apareció jamás como su padre.
A él lo veneraban los mexicas,
le hacían sacrificios,
le honraban y servían.
Y Huitzilopochtli recompensaba
a quien así obraba.
Y su culto fue tomado de allí,
de Coatepec, la montaña de la serpiente,
como se practicaba desde los tiempos antiguos.

Del relato anterior podemos extraer varios puntos interesantes. En primer lugar, cómo un hecho real de lucha por el poder se va a convertir en un mito. En segundo lugar este hecho real se lleva a cabo en un sitio cercano a Tula, posiblemente la ciudad que tenía sujetos a los mexicas y que guarda la imagen del lugar de origen y el de llegada. En tercer lugar, el mito se refiere al nacimiento de Huitzilopochtli, dios de la guerra, que nace para combatir al enemigo. Con esto se consigue dar la imagen de que el mexica, al igual que su dios, nació para el combate; se trata de hacer ver el destino guerrero del hombre azteca, tan necesario para una economía que en buena parte depende del tributo que se obtiene por imposición militar. En cuarto lugar, conforme a la interpretación de Seler, Huitzilopochtli tiene una connotación solar, en tanto que Coyolxauhqui es lunar y los centzohuitznahuas, los 400 surianos, representan las estrellas. De ello se deriva el triunfo diario del Sol sobre los pode res nocturnos gracias al empleo del arma de Huitzilopochtli, la Xiuhcóatl, "Serpiente de Fuego", que no es otra cosa que el rayo matutino que disipa las tinieblas de la noche. Creo que esta interpretación es correcta y atiende una serie de aspectos acordes con el pensamiento mesoamericano en general y mexica en particular.

Ahora bien, una vez creado el mito, éste debe perdurar y estarpresente dentro de la sociedad en que ocurrió tan importante acontecimiento. Surge el rito como medio para preservar lo ocurrido in illo tempere. Era en la fiesta de Panquetzaliztli, hacia el mes de diciembre en que el sol declina más hacia el sur, cuando se celebraba esta festividad en honor de Huitzilopochtli coincidiendo con el solsticio de invierno. Todos los elementos presentes en el mito cobraban realidad y se representaban en el Templo Mayor de Tenochtitlan y en la ciudad misma. El relato se convertía en "mito vivo" y el Templo Mayor jugaba el papel del Coatepec. De ahí que la escultura de Coyolxauhqui, desmembrada y decapitada, se encontraba al pie del cerro-templo y en la parte alta estaba el adoratorio del dios Huitzilopochtli, triunfante. La fiesta de Panquetzaliztli terminaba con el sacrificio de esclavos y cautivos de guerra, que en ringlera subían al Templo Mayor para ser sacrificados en la parte alta y su cuerpo era arrojado por las escalinatas para venir a caer sobre la escultura de la diosa vencida en combate. Es decir, por medio del sacrificio de los cautivos se reproducía lo mismo que el dios solar y de la guerra había hecho con su hermana en el cerro de Coatepec.

Después de estos acontecimientos los mexicas continúan su andar. A partir de Tula es relativamente fácil reconstruir la ruta por donde pasan y se asientan por algún tiempo: Atitalaquia, Tlamaco, Atotoniltonco, Apaxco, Tequixquiac, Zumpango, Xaltocan, Ecatepec, Tulpetlac,Tecpayocan,Tepeyac, Pantitlán,Tenayuca,Azcapotzalco, Popotla, Acolnáuac y pasan por otros lugares antes de asentarse por alrededor de 20 o 40 años en Chapultepec. Allí enfrentan dificultades con otros pueblos que desembocan finalmente en el abandono del "Cerro del Chapulín" y es el momento en que ocurre el enfrentamiento con enemigos entre los que se encuentra Cópil, sobrino de Huitzilopochtli, quien es vencido y su corazón arrojado entre las espadañas del lago, lo que posteriormente será fundamental para la ubicación de los signos anunciados por su dios. Los mexicas emprenden nuevamente su marcha por distintos lugares hasta que llegan al sitio donde habrán de fundar la ciudad de Tenochtitlan.

Fuente: Matos M., Eduardo (2006). Tenochtitlan. CM-FCE. pp. 33-40.


Huitzilopochtli. Codice Azcatitlan, hoja 11, hacia 1550, Biblioteca Nacional, Francois Mitterand, París, Francia.

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