13.12.06

Fervor Guadalupano en París

Esta es una nota del Universal de hoy, ah y por cierto que en medio de las canciones a la salida de la iglesia, llegó una cámara de "Taravisa" ya saben cual ¿no? Ah y de lo que dice en artículo no sé del precio de los tamales, al menos a mi me costó solo 2 euros, se lo compré a una señora que venía de Tours y que vende por correo.

Fervor guadalupano en París

Sara Pantoja

El Universal

Miércoles 13 de diciembre de 2006

No eran muchos, pero eran guadalupanos. Tampoco estaban en la Villa, pero sí fueron a cantarle sus mañanitas a la Virgen de Guadalupe. A miles de kilómetros de distancia y con siete horas de diferencia, decenas de mexicanos unificaron su fe y llamados por el sentimiento hacia la morenita, se reunieron en la catedral de Nuestra Señora de San Michel, en París.

Con el frío del otoño parisino, y como cada año, escucharon la misa en español. Aquella vez, el murmullo de los rezos era tenue, mientras que un sacerdote mexicano oficiaba la celebración junto a otro francés que lo acompañaba.

Al terminar la homilía, tres hombres con su traje de charro negro y sombrero comenzaron a rascar las cuerdas de sus guitarras, mientras una mujer pelirroja y con maquillaje colorido, igual que su vestimenta de china poblana, entonó: "Desde el cielo una hermosa mañana. La Guadalupana bajó al Tepeyac".

Aquellas notas generaron lágrimas en decenas de feligreses que, más que mexicanos, se sintieron guadalupanos. "A pesar de que no soy muy devota, ese día fui porque me nació. Fui a agradecerle a la virgen que diera salud, que me ayudara a quitarme la tristeza que traía y pedirle que cuidara a mi familia en el DF", contó Rebeca Martre, que en ese entonces -2005- era profesora asistente de español en un colegio de Versailles, en Francia.

Al canto le siguieron los pasos de las autoridades religiosas que bajaron lentamente del atrio y que en sus manos llevaban un estandarte tejido de la Virgen de Guadalupe en lo alto. A los lados, los monaguillos esparcían el humo del incienso entre los asistentes de todas partes del mundo, mientras que un pareja de japoneses maravillados captaban las imágenes con sus cámaras fotográficas.

A la mitad del camino, los sacerdotes dieron vuelta a la izquierda y a unos pasos más, se encontraron con el altar que ahí, en la catedral, tiene a la Virgen de Guadalupe, cuya imagen estaba rodeada de rosas.

Luego, vinieron Las mañanitas y las voces subieron de volumen. Aunque nunca se habían visto en su vida, muchos mexicanos se abrazaron y cantaron juntos. El sentimiento de estar lejos de su tierra, pero cerca de sus tradiciones los unió.

Al término, ya afuera de la catedral, no faltó la organizadora de un grupo de residentes mexicanos en París que ofreció tamales de a cinco euros ( unos 70 pesos mexicanos) y atole de a seis. Entonces, bajo el frío parisino, la catársis religiosa dio paso al antojo mexicano.

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